En el espacio suspendido del gesto se juega una emergencia temporal que enlaza historia, memoria y emoción; lo sagrado y lo profano; lo visible y lo invisible. Esta naturaleza mistérica, intermediaria, del gesto, observable quizás en sus mejores manifestaciones artísticas, es el asunto de alguno de los artículos de este libro. La mayoría de ellos sopesan y analizan su particular naturaleza temporal, su articulación compleja entre regímenes de visibilidad y temporales. En el gesto emerge algo que permanece, una supervivencia, dirá Aby Warburg, que se teje con otras en una trama de afectos profundos.
En los años veinte, y en los primeros años treinta, el gesto aparece como noción central en el ámbito de las transformaciones de la representación consideradas a la luz de la reproductibilidad técnica, de la revolución perceptiva y de pensamiento operada por la fotografía, el cine, la radio… En esa transformación, los gestos codificados, legibles y decisivos del gran arte; o bien los gestos retóricos, indexados, aprendidos, de la tradición teatral clásica; ceden su lugar a la exploración del gesto cotidiano, fugaz, inadvertido, inconsciente, popular, bruto; revelado por el ojo mecánico de la cámara o bien construido en el montaje con otros gestos como apelación al espectador que, a su vez, se ve reclamado a producir sus propios gestos como modo de apropiación de la historia.
Las imágenes cinematográficas se pueden indagar como redes de gestos trenzados. En nuestra mano está la posibilidad de ver qué gestos, cómo se trenzan y qué hilos determinan el dibujo general. He ahí nuestra hipótesis: ver el cine europeo del siglo XXI, y la historia que lo determina, desde las poéticas del gesto.
De la “Introducción” de Fran Benavente y Glòria Salvadó Corretger